martes, noviembre 30, 2004

EsPiRaL...

Sin darme cuenta estaba caminando en espiral y cometiendo los mismos errores una y otra vez, yo avanzaba pero no cambiaba, hasta que llegó él...
Pero lamentablemente, el pasado te condena... en realidad no es el pasado si no la gente la que lo hace.

¿Por qué el ser humano es más receptivo al sufrimiento y la pena que a la alegría?, ¿ porqué cuando les sucede algo que no esperaban, algo bueno, algo que los hace sentir bien, empiezan a sentirse extraños, con mucho miedo y no pueden disfrutar el momento?. Siempre tienen que estar pensando que algo malo les va a pasar, que nada puede ser tan bueno, que en algún momento todo se va a acabar y prefieren alejarse, para según ellos no sufrir más adelante... (cobardes).
¿¿¿Porque???.
Será por que viven preparados para sufrir y no para ser felices?

lunes, noviembre 29, 2004

"El grito", obra de Edward Munch.

Es la primera y última imagen que veo en el día,
me gustaba mucho, en realidad me gusta...
Creo que me siento un poco identificada,
tanto que creo que hace lo mismo que yo,
solo tiene la postura pero enrealidad
no puede gritar.

sábado, noviembre 27, 2004

"...Como cada mañana de Sábado, cuando tengo que trabajar."

viernes, noviembre 26, 2004

Cosas que me gustan...

Esto ya es tema aparte.

jueves, noviembre 25, 2004

"Dicen que el hombre es un animal de costumbres, mas bien de costumbre el hombre es un animal."

miércoles, noviembre 24, 2004

La colección del perro...

martes, noviembre 23, 2004

lunes, noviembre 22, 2004

El techo de mi pieza es de madera y tambien tiene esas manchas, cuando niña me daban un poco de miedo, pero ya aprendí a convivir con ellos...


jueves, noviembre 18, 2004

Carta de amor...

Esta es la carta ganadora del III Concurso Antonio Villalba de Cartas de Amor:

Estimada Cristina:
Ayer recibí una misiva de tu abogado donde me invitaba a enumerar los bienes comunes, con el fin de comenzar el proceso de disolución de nuestro vínculo matrimonial. A continuación te remito dicha lista, para que puedas solicitar la certificación al Notario y tener listos todos los escritos antes de la comparecencia ante el tribunal.

Como verás, he dividido la lista en dos partes. Básicamente, un apartado con las cosas de nuestros cinco años de matrimonio con las que me gustaría quedarme y otra con las que te puedes quedar tú. Para cualquier duda o comentario, ya sabes que puedes llamarme al teléfono de la oficina (de ocho a cuatro) o al móvil (hasta las once) y estaré encantado de repasar la lista contigo.

Cosas a conservar:
- La carne de gallina que salpicó mis antebrazos cuando te vi por primera vez en la oficina.

- El leve rastro de perfume que quedó flotando en el ascensor una mañana, cuando te bajaste en la segunda planta, y yo aún no me atrevía a dirigirte la palabra.

- El movimiento de cabeza con el que aceptaste mi invitación a cenar.

- La mancha de rimel que dejaste en mi almohada la noche que por fin dormimos juntos.

- La promesa de que yo sería el único que besaría la constelación de pecas de tu pecho.

- El mordisco que dejé en tu hombro y tuviste que disimular con maquillaje porque tu vestido de novia tenía un escote de palabra de honor.

- Las gotas de lluvia que se enredaron en tu pelo durante nuestra luna de miel en Londres.

- Todas las horas que pasamos mirándonos, besándonos, hablando y tocándonos. (También las horas que pasé simplemente soñando o pensando en ti).


Cosas que puedes conservar tú:
- Los silencios.

- Aquellos besos tibios y emponzoñados, cuyo ingrediente principal era la rutina.

- El sabor acre de los insultos y reproches.

- La sensación de angustia al estirar la mano por la noche para descubrir que tu lado de la cama estaba vacío.

- Las nauseas que trepaban por mi garganta cada vez que notaba un olor extraño en tu ropa.

- El cosquilleo de mi sangre pudriéndose cada vez que te encerrabas en el baño a hablar por teléfono con él.

- Las lágrimas que me tragué cuando descubrí aquel arañazo ajeno en tu ingle.

- Jorge y Cecilia. Los nombres que nos gustaban para los hijos que nunca llegamos a tener.

Con respecto al resto de objetos que hemos adquirido y compartido durante nuestro matrimonio (el coche, la casa, etc) solo comunicarte que puedes quedártelos todos. Al fin y al cabo solo son eso: objetos.

Por último, recordarte el n º de teléfono de mi abogado (914070485) para que tu letrado pueda contactar con él y ambos se ocupen de presentar el escrito de divorcio para ratificar nuestro convencimiento.

Afectuosamente, Roberto.

miércoles, noviembre 17, 2004

"...Que cosa extraña es el hombre: nacer no pide, vivir no sabe, morir no quiere"

martes, noviembre 16, 2004

"...¿Y si en vez de planear tanto
voláramos un poco más alto?"



lunes, noviembre 15, 2004

Para Antonia...


sábado, noviembre 13, 2004

PIEDRITAS EN LA VENTANA

De vez en cuando la alegría
tira piedritas contra mi ventana
quiere avisarme que está ahí esperando
pero me siento calmo
casi diría ecuánime
voy a guardar la angustia en un escondite
y luego a tenderme cara al techo
que es una posición gallarda y cómoda
para filtrar noticias y creerlas

quién sabe dónde quedan mis próximas huellas

ni cuándo mi historia va a ser computada
quién sabe qué consejos voy a inventar aún
y qué atajo hallaré para no seguirlos

está bien no jugaré al desahucio

no tatuaré el recuerdo con olvidos
mucho queda por decir y callar
y también quedan uvas para llenar la boca

está bien me doy por persuadido

que la alegría no tire más piedritas
abriré la ventana
abriré la ventana.

M.B

viernes, noviembre 12, 2004

Día Lluvioso...


El cielo lentamente se cubría anunciando lo que nadie creería para una fecha como hoy. En pleno verano, una tenue lluvia cubría paulatinamente cada rincón de la cuidad. Yo permanecía atónito parado frente a mi ventana viendo como cada gota de agua se desplazaba por el vidrio empañado.

Decidí salir a dar un paseo por la ciudad, visitar algunos lugares, algunas personas, y en fin, cualquier cosa que se antojara en el camino.

Eran las cuatro de la tarde cuando salí. El cielo estaba oscuro, y el día no se parecía al infernal verano del día anterior. Busqué un atuendo propicio: un beatle de lana rojo, pantalones y chaqueta cuadrillé y zapatos negros. Cerré la puerta y comencé a caminar rumbo a alguna parte. Primero fue el Centro Comercial, exactamente, a la disquera de la esquina donde se encontraba trabajando mi gran amigo Francisco, me contó algunas novedades musicales y sus infaltables chismes, y como mi cumpleaños había pasado no hace mucho, me regaló un libro de Cortázar, lo que me hizo muy feliz. Ya eran las cinco y media cuando salí de ahí; la lluvia había comenzado a declinar dando paso al frío congelador que estremecía hasta los huesos.

Tomé una muy buena decisión y entré al café Le Bleu donde me serví un grandioso Capuchino, me fumé tres cigarrillos y tuve una cándida conversación con Andrés Filleul, ciudadano que acostumbraba sentarse en la mesa de la esquina, a ver el tiempo pasar mientras fumaba. Conversamos sobre el amor y sus repercusiones en la vida, sobre cómo una mujer puede cambiarte por completo, y me sentí con la autoridad de dar mis testimonios de hombre enamorado y abandonado, y tuve la valentía de decir que el amor fue y será una porquería.

Eran las siete y seguí caminando, y mientras mi cerebro incitaba a mi estómago a ingerir alimento creí oportuno beber un segundo Capuchino.

El espacio se llenaba de una tersa y casi blanca niebla, y yo me encontraba sentado en una bellísima silla Etrusca azul y su respectiva mesa, la cual estaba cubierta con un esplendoroso mantel anaranjado y con una palabras en francés rojas: Le printemps c’est jollie comme tes yeux d’enfant ( La primavera es bella como tus ojos de niño), encima un azucarero azul con cubos de azúcar en su interior, unas tenazas para los cubos y dos libros, en uno estaba inscrito el menú y en el otro, la lista con todos los libros existentes en el café. Si no lo mencioné antes, me encontraba en un café literario.

Lo primero que hice fue abrir el libro de los libros, porque el café ya estaba decidido. Los autores estaban en orden alfabético lo que facilitaba la ubicación, me detuve por supuesto en Cortázar y en su colección de cuentos. Se acercó una señorita y muy amablemente me trajo lo que solicité. Eché dos terrones de azúcar a mi café y me apresuré a abrir el libro, mientras lo hacía escuché una carcajada que me distrajo y me fue imposible no voltear, creo que no fui el único, y te sonrojaste, tapaste tu cara con el libro y continuaste leyendo sin cuidado. Comencé a odiarte sin conocerte, porque teniendo enfrente este grandioso libro me pase los minutos admirándote sin pudor, tú me mirabas sin dar importancia, luego te paraste, dejaste el dinero en la mesa junto con el libro y saliste, yo me bebí el café, busqué el dinero en mis bolsillos, lo dejé en la mesa y salí presuroso, estabas parada en la esquina esperando el verde, y yo como si nada, me paré a tu lado a esperarlo también. Caminaste y yo detrás de ti, encendí un cigarrillo sin detener el paso. Recuerdo que te detenías frente a cada vitrina, y yo debía esconderme entre la gente para disimular, tal vez lo hacías a propósito porque sabías que venía detrás de ti, no lo sé. Te detuviste, abriste tu bolso sacaste un cigarrillo, un encendedor, y mientras guardabas éste último, sin darte cuenta, dejaste caer un papel, yo lo levanté y corrí hasta ti para devolvértelo, me agradeciste y seguiste tu camino, y yo me quedé perplejo, no sabía que hacer, pero nuevamente corrí, te alcancé y te invité un café, me miraste extrañada, lo pensaste por unos segundos y dijiste sí.

Caminamos unos cuantos metros y llegamos hasta un café, pedimos dos expresos, y comenzamos a conversar, tú trabajabas en la biblioteca pública, yo era fotógrafo, acostumbrabas a tomar café, fumar y leer al mismo tiempo, yo, a comer chicle y hacer cualquier cosa a la vez, tu hobby era caminar en los días nublados por la ciudad cumpliendo los antojos del día. Terminamos el café y salimos, el congelador invierno había llegado en un abrir y cerrar de ojos y eso te fascinaba. Caminamos unos minutos mientras tú me contabas un poco de tu vida; las horas pasaron velozmente y decidiste que era tiempo de volver a casa, te despediste e insistí en ir a dejarte, aceptaste, tomamos un taxi y nos besamos, llegamos a tu departamento, nos besamos toda la noche. Mientras dormías intentaba explicarme porqué tus sábanas eran verdes y tus murallas violetas.

jueves, noviembre 11, 2004

La página de "Pucca"...


miércoles, noviembre 10, 2004

Asi trabajan los Comunicadores Multimedia...


martes, noviembre 09, 2004

Tú tranquila. No tenemos prisa. ¿Quién nos espera? ¿Qué puede fallar? No corras. No tengas miedo. ¿Acaso hay alguien que te quiere asustar? No temas.

Son sólo sombras. La penumbra oscura de unos rostros grises. Unos cuerpos mustios descoloridos por el paso del tiempo. Tu recuerdo. Viven en tu recuerdo y transitan en él sin ser reconocidos. Son sólo flashes. Puntos de luz que violan tu pasado.¿Creías haber olvidado? Pues aquí están ellos, forzándote a remover los olores de tu memoria. De tu pasado.

Risas. Lágrimas. Silencios. Primaveras. Juegos. Más silencios. Besos. Muchos besos. Y más risas. Y más lágrimas. Y una palabra especial. Aquella que sólo tú y la otra persona reconocéis como única. Tu palabra. Y su palabra. Pero ésta, junto con las gotas saladas y las risas inocentes, se fue. Se diluyó. Se escapó y se transformó en burbujitas que ahora anidan en tu cabeza. Flotan en ella como las barcas que surcan en alta mar. Por la noche. Con la luz del faro y de la luna. Dos puntos de luz en el negro horizonte. Como tú y como… Los dos.

Pero eso ya es pasado. Ya es recuerdo. Ya es memoria. Pero eso ya es nostalgia de un cuerpo. Palpable. Nostalgia de otro tiempo. Lo tocabas. Y lo abrazabas. Y lo besabas en la frente en nombre de la ternura. La sensibilidad en un juego de manos. Pero ahora esa dulzura voló en un golpe de furia y tus dedos no tienen con quien luchar. Combate abandonado. Perdido. Muerto. E irresucitable.

Pero no temas. ¿Acaso yo no tengo miedos? Miremos, lado a lado, a los ojos del león. Y preguntémosle si en algún momento de su existencia él ha oído el miedo silbando dentro de su fatigado corazón. Nos dirá que sí, con la cabeza baja, intentando ocultar con vergüenza unos ojos brillantes. Chispeantes. Salpicando en la hierba estrellas doradas.

Porque todos tememos lo desconocido, pero nos asusta con mayor fuerza el aullido de las voces que un día fueron. Que un día nos hablaron. Las voces que nos confesaron que nos querían, que éramos especiales y que nada iba a cambiar. ¿Nada? La nada no existe y como tal siempre hay algo que se modifica. Que se transforma. Que cambia. En Todo. Nada es para Siempre. Como tampoco lo es el maullido del gato que te despierta temblorosa en las noches de abril.

Habita siempre el componente pasajero en todo lo que nos rodea. El vuelo de un pájaro es fugaz, pero también lo son las personas que nos rodean. Que te rodean. Y las relaciones que mantienes con ellas. Nada es eterno. No existe el “para siempre”. El olvido come del fruto de nuestras vidas y se alimenta de ellas como ágil depredador en busca de sueños.

Pero, ante todo, aún sabiendo que la luna tiene miedo de los pequeños cometas, no temas. Y no corras. La vida es demasiado corta como para que te escapes de ella. Las dos corriendo con el viento en contra… Detente. Nadie te persigue. Las sombras no pueden alcanzarte. Demasiado débiles para la fuerza de tus ojos. Demasiado vulgares para la pureza de tu corazón. ¡No llores! Las lágrimas no te van a salvar. No pueden derrotar los muros que te impiden ver la luz.

Sumérgete en tu imaginación y no dejes que el pasado te hunda. Ponte el vestido blanco y sal a la calle con los zapatos de charol. Y que el velo semitransparente que sujeta tu corona de princesa envuelva con suavidad las sombras del ayer.

For Anna

lunes, noviembre 08, 2004

Si me dieran a elegir una vez más
Te elegiría sin pensarlo
Es que no hay nada que pensar
Que no existe ni motivo ni razón
Para dudarlo ni un segundo
Porque tu has sido lo mejor
Que todo este corazón
Y que entre el cielo y tu
Yo me quedo contigo

Si te he dado todo lo que tengo
Hasta quedar en deuda conmigo mismo
Y todavía preguntas si te quiero
Tu de que vas
Si no hay un minuto de mi tiempo
Que no me pasas por el pensamiento
Y todavía preguntas si te quiero

Si esto no es querer entonces dime tu lo que será

Si necesito de tus besos para que pueda respirar
Y de tus ojos que van regalando vida
Y que me dejan sin salida
Y para que quiero salir
Si nunca he sido tan feliz
Que te prefiero mas que nada en este mundo

Si te he dado todo lo que tengo

Hasta quedar en deuda conmigo mismo
Y todavía preguntas si te quiero
Tu de que vas
Si no hay un minuto de mi tiempo
Que no me pasas por el pensamiento
Y todavía preguntas si te quiero

Ay es que no vez que no vez

Que toda mi vida tan solo depende de ti

Si te he dado todo lo que tengo

Hasta quedar en deuda conmigo mismo
Y todavía preguntas si te quiero
Tu de que vas
Si no hay un minuto de mi tiempo
Que no me pasas por el pensamiento
Y todavía preguntas si te quiero

viernes, noviembre 05, 2004

Osmosis...



jueves, noviembre 04, 2004

Cosas que me gustan...


Para poder afirmar todo lo que quiera...
Ojalá se pudiera afirmar cualquier cosa

miércoles, noviembre 03, 2004


Hoy no fui al trabajo, ayer y anoche me sentía muy mal, creo que el pasarlo tan bien el fin de semana trajo sus consecuencias, pero valio la pena.

martes, noviembre 02, 2004

Vive
de manera tal
que nunca te avergüences
si se divulga por todo el mundo
lo que haces o dices...
aunque
lo que se divulgue
no sea cierto.

lunes, noviembre 01, 2004

Necesitaba este fin de semana...
Si es que alguna vez tuve alguna duda sobre todo esto, creo que se me han disipado completamente todas.
Horcón