martes, agosto 03, 2004

Enfrascando despedidas...

Todas las despedidas son odiosas y hay que enfrascarlas. Para ello atrape ese nudo en la garganta con un cazamariposas, vierta todas las lágrimas en una probeta y agítelas de vez en cuando, almacene los abrazos sentidos y las promesas de amor al oído. Por último, busque un frasco resistente, de tamaño variable en función de la cantidad de ingredientes antes mencionados, vierta todo y remueva con cariño, con suavidad; ciérrelo como es debido, no se le vaya a escapar nada y métalo en un lugar seco y fresco.

Déjelo reposar. Supere la pérdida, el adiós, sea cual sea.